Los probióticos pueden fortalecer la digestión, la inmunidad y hasta el desarrollo neurológico de tu bebé. Conoce cómo usarlos de forma segura desde los primeros meses de vida.
Cuando un bebé llega al mundo, su cuerpo inicia un proceso fascinante de adaptación, y uno de los sistemas más importantes que comienza a desarrollarse desde los primeros días es el digestivo. Durante el parto, los bebés tienen su primer contacto con bacterias beneficiosas, especialmente si nacen por vía vaginal y reciben lactancia materna exclusiva. En estas condiciones óptimas, la microbiota intestinal del bebé se compone en su mayoría por Bifidobacterias, una especie que representa hasta el 95% de las bacterias buenas que deberían predominar en los primeros meses de vida. Sin embargo, cuando el nacimiento ocurre por cesárea o no se establece una lactancia materna exclusiva, esa colonización natural puede verse alterada, afectando tanto el equilibrio de la microbiota como el fortalecimiento del sistema inmunológico. En este contexto, los probióticos —especialmente aquellos que incluyen cepas de Bifidobacterias— pueden desempeñar un papel clave para apoyar este proceso desde etapas tempranas.
Como explica el doctor William Zurita, gastroenterólogo infantil, los probióticos son microorganismos vivos que, al ser consumidos en cantidades adecuadas, ofrecen beneficios a la salud. En el caso de los bebés, estos microorganismos ayudan a equilibrar la microbiota intestinal, que es el conjunto de bacterias que viven en su intestino. Este equilibrio no solo favorece una mejor digestión y absorción de los alimentos, sino que también fortalece las defensas del bebé.
Según el doctor Zurita, varios estudios han revelado que una microbiota equilibrada está relacionada también con un adecuado desarrollo neurológico, pues existe un sistema de comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro llamado eje intestino-cerebro. A través de este eje, la microbiota intestinal influye en funciones neurológicas y cognitivas. De ahí que sea tan importante cuidarla durante los primeros años de vida.
Cómo incluir los probióticos en las rutinas del bebé
La ciencia ha demostrado que los probióticos pueden contribuir a prevenir o aliviar afecciones digestivas comunes en los bebés, como los cólicos, la distensión abdominal o los cambios en las deposiciones. Además, algunas cepas específicas pueden modular la respuesta inmunológica, ayudando al bebé a defenderse mejor de infecciones gastrointestinales y respiratorias.
No todos los probióticos son iguales. Existen diferentes cepas y combinaciones, y es fundamental elegir productos que estén formulados específicamente para bebés. Por eso, es clave consultar siempre al pediatra antes de iniciar su uso.
Enterogermina® Infant, por ejemplo, es un producto que ha sido especialmente desarrollado con la cepa Bifidobacteria BB-12, respaldada en más de 130 estudios clínicos, que ayuda al sano desarrollo intestinal y a al sistema inmune.
Como recalca el doctor Zurita, los probióticos, utilizados correctamente y bajo supervisión médica, pueden ser una herramienta eficaz para acompañar su desarrollo digestivo e inmunológico en los primeros meses de vida. Siempre será el pediatra quien brinde orientación sobre lo mejor para tu hijo.
Referencias
Chr. Hansen. (s. f.). BB-12® – A well-documented Bifidobacterium strain. https://www.chr-hansen.com/en/human-health-and-probiotics/our-probiotic-strains/bb-12
Martínez-Costa, C., Martínez-Costa, C., & Moráis, M. V. (2015). Opciones de tratamiento del cólico del lactante. Pediatría Integral, 19(3), 163–169. https://www.elsevier.es/es-revista-pediatria-213-articulo-opciones-tratamiento-del-colico-del-S0120491215000543