La década del 2000 se caracterizó por el auge de la talla 0, el aumento de los TCA, y el enaltecimiento irresponsable, por parte de la industria de la moda, de los cuerpos híper delgados. Hoy vemos en pasarelas y celebridades el retorno de esta moda, ¿o quizá nunca se fue?
Recuerdo a mis 16 ver en la tele a Paris Hilton, Nicole Richie y Lindsay Lohan desfilando por una alfombra de un evento cualquiera con ropa diminuta y pantalones ultra – descaderados. A Lindsay se le notaba algo demacrada y a Nicole Richie se le veía desnutrida, pero para la prensa y los programas de entretenimiento su salud no era importante, lo era cómo se veían: Delgadas.
Paralelo, esos mismos programas, revistas y publicidades desplegaron toda una narrativa de body shaming y gordofobia contra celebridades que no encajaran: fotografiadas y avergonzadas, eran expuestas social y casi que mundialmente como la prueba de cómo -no debía verse- una mujer.
Así que, lejos de dar alertas o expresar algo de preocupación ante el desfile de adolescentes y jóvenes híper delgadas al punto del desmayo, el enaltecimiento del cuerpo delgado, a cualquier costo, marcó a toda una generación de mujeres que vimos como nuestros cuerpos eran “anormales” al no ajustarse al estereotipo hollywoodense.
Aunque las dietas para adelgazar datan de la era victoriana, es en la década de los 2000 que se hizo de la dieta toda una industria que prosperó alimentando nuestras inseguridades.
Pastillas para adelgazar, métodos invasivos para bajar de peso, dietas restrictivas e híper calóricas, body shaming, cirugías plásticas: “Tu cuerpo está mal, pero puede estar mejor.”
Si lo pensamos, aquello inició hace más de 20 años, y aún así el estereotipo de la delgadez como la única forma de existencia posible nos persigue a donde vayamos: Está en las conversaciones de nuestra familia, en el círculo social que habitamos, en la revista que leemos, en la peli que vemos, en las publicidades que, sin pedirlo, nos llegan por redes sociales prometiéndonos la tierra sagrada: Una donde nos veremos delgadas y entonces, sólo entonces, nuestra existencia será válida y seremos merecedoras de amor.
¿Está de regreso o nunca se fue?
Lo cierto es que sentí una especie de ralentización del discurso de la talla 0 durante estos últimos 10 años con el fortalecimiento de la exigencia social que tiene que ver con una realidad: todos los cuerpos son diferentes, válidos en su diversidad y tienen derecho a existir y ser amados.
Pero la moda no se ha ido. De hecho, está cogiendo fuerza de nuevo sin que desde la industria se cuestione lo suficiente sobre su peligro y sobre las consecuencias que tiene para las mujeres, en especial las jóvenes y adolescentes.
¿Hay luz al final del camino? Claro que sí
Hay alertas desde muchos frentes, y creo que muchas de nosotras se esfuerza por no caer en la espiral de la talla 0. Hay conversaciones al respecto en internet y fuera de ella: La moda YK2 sigue vigente, pero no muchos de los ideales con los que crecimos porque nos hemos dado cuenta de que no nos hacen bien.
Ahora somos más conscientes de lo dañina que es la cultura de la dieta y aunque es difícil esquivar toda una narrativa que te dice que debes adelgazar para verte “mejor”, puedes tomar cartas en el asunto.
Es importante filtrar la información que consumes en internet, rodearte de personas que te valoren y quieran por quién eres, comprar a marcas que sean inclusivas, reconciliarte con la comida, y darle movimiento a tu cuerpo porque lo disfrutas y no porque tienes que hacerlo para verte de determinada manera.
Por último, y no menos importante, trabajar con paciencia en el amor hacía ti misma, celebrar ese cuerpo que te permite tanto y hablarte con más compasión.
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