La soltería ha tenido históricamente mala fama. Y si hablamos de mujeres, es aún peor: Porque socialmente lo mejor que nos puede suceder es estar en pareja. Y no siempre es así. 

Hemos crecido con una idea del amor romántico que a veces no se adecúa a nuestras realidades. Ese amor idílico y destinado, de película hollywoodense, no es tan real en nuestro cotidiano porque las relaciones interpersonales son complejas y porque se construyen con el tiempo. 

Así que pensar en el amor de pareja como el único posible puede llevarnos a sostener relaciones tóxicas o que no nos hacen bien, porque se supone que el amor lo aguanta todo y porque, además, ser mujer y estar soltera es una combinación poco aceptada socialmente. 

Así que en el camino cuando estamos solteras escuchamos de todos lados que “estamos solas”.  Esa frase significa que no estamos en pareja, pero, ¿realmente estamos solas?

Cuando estuve soltera durante mucho tiempo escuché comentarios sobre cómo me iba a dejar el tren, o que me iba a quedar “solterona” si no tenía pareja “a tiempo”. La idea social de que una mujer decida otro estilo de vida, la hace merecedora de lástima -ni idea por qué- y de la estereotipación de mujer amargada. 

Pero, ¡buena noticia! ni lo uno ni lo otro. No tener pareja no significa estar solas. Sólo pensemos: ¿Y nuestros amigos y amigas? ¿Nuestra familia? ¿Qué tal las y los compañeros de trabajo, de entrenamiento o de alguna actividad que nos apasiona realizar? ¿O nuestros perros y gatos? Luego, analicemos: ¿realmente estamos solas?

La respuesta es NO. 

No tener pareja está bien. Tenerla también. Solo recuerda que vales un montón y que es vital que te sientas bien con la decisión que tomes: haz lo que creas mejor para ti, no porque otros lo digan, sino  porque nadie más que tú lo sabe. 

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